jueves, julio 27, 2006

Cuando te veo

...Igual, como decía simón, ahora todo es a la libre interpretación... Con mucho amor.

Cuando te veo 25/07/06

Cuando te veo vuelvo a estar en otro planeta,
en ese al que iba cuando estaba oscuro,
cuando me metía en mis sueños sin querer regresar.

Sucede que me siento bien al verte,
debe ser por este delirio voyeurista
que no puedo dejar un día sin estar ahí.

Amo verte, mirarte, detenerme a sentirte,
saberte mi amiga, mi niña, mi todo
amo que ocupes todo mi tiempo
y que aún así tengas espacio para ser tuya y toda tú.

Cuando te veo, casi siempre, en mis sueños,
me gusta atrapar tu fragancia en mi voz
y escuchar tu eco en los recovecos de mi vida.

Cuando te veo, casi siempre, en mis sueños,
acaricio tu cuerpo, hasta saberte entera,
hasta tener tu silueta grabada en mi mente.

Cuando te veo, casi siempre, en mis sueños,
trato de dibujar tu perfecta silueta en mi viejo corazón,
para no estar solo nunca más.


Daniel.

sábado, julio 08, 2006

El Olvido

Tanto esperar, tanto pensar, tanto anhelar, para que en un eterno segundo el olvido aparezca...

El Olvido

Tantas veces has pensado en hacerte a un lado, pero no puedes… Y estabas allí, tendido bajo ese gran árbol de copa ancha y de tronco robusto, adentrado en tus pensamientos, pensando en el más mínimo detalle de tu existencia. Si bien dije que habías querido hacerte a un lado, era pasar desapercibido frente a todo el que te rodea, como si estuvieras cubierto con un manto invisible. Pero no puedes, tú muy bien lo sabes. El único lugar donde puedes sentirte así es bajo aquel gigante verde de cuerpo café, que a pesar de todo te observa con grandes ojos esperando que digas algo. Pero no lo haces. Quizás tu ser piensa en lago que nadie ha pensado antes, pero no en cosas banales como la vida en si, el por qué de estar viviendo, sino algo mucho más profundo que, de hecho, utiliza todas tus neuronas, y en efecto te hace alguien diferente.
Pues si, estás allí sentado bajo la gran sombra, con tus ojos mirando al infinito, buscando ciertas respuestas que quizás nunca encuentres. Y ves a lo lejos algo que se mueve… se agita, corre de un lado a otro, pero los límites se te escapan y solo vez una sombra blanca. Decides ponerte de pie y perseguir aquella sombra luminosa que se convierte en incógnita. Corres tratando de enfocar bien, pero no lo consigues, solo sabes que el ente goza de cabellera larga, por lo que podría ser una majestuosa figura femenina.

Todo el bosque se jacta de aquel espectáculo. Un hombre solitario y pensante persiguiendo sin cesar a una figura inexacta que claro, todos pueden ver menos él. Cuantas horas no habrá corrido el desdichado, vociferando a veces sus dudas, pidiendo o incluso ordenando al ente que se detuviera, pero la figura se movía más rápidamente al oír que alguien estaba detrás de ella.
Después de tanto tiempo de algarabía, se empieza a denotar el límite del inmenso bosque, y se divisa el gran horizonte del mundo. El ente de repente se detiene, y con él, el hombre ya cansado de pololear sin rumbo alguno.
Silencio absoluto. Tanto que hasta el aire deja de correr, el agua deja de moverse y los animales callan. Algunos oídos alcanzarían a divisar la respiración agitada del hombre. Absorto, él solo se queda inmóvil frente a lo que ven sus ojos. Su vista va de un lado a otro, dibujando un gran panorama marino a la luz del crepúsculo del tiempo. El sol, como un gran ojo, se va ocultando bajo las aguas dando un impresionante brillo a aquel acantilado, donde solo había dos personas, una detrás de la otra, hombre y mujer, parados en el límite natural simulando un paraíso.
Absorto, él solo se queda inmóvil frente a lo que ven sus ojos, enfocándose ya en aquel ser maravilloso, totalmente desnudo, de cabellera lisa y piel, a la vista, sumamente tersa y brillante frente al gran astro que acentúa su belleza.
Y el amor llega a su mente, tan solo viendo aquella esbelta silueta, sabiendo que ella sería la mujer perfecta. Esa era la respuesta después de tanta reflexión, alguien que simplemente lo colmara sin siquiera saber de quien se trataba. En un segundo se imaginó con ella a su lado, paseando por el mundo sobre hierba, rocas, polvo, compartiendo lo maravilloso de la nueva vida, volviendo a aquel inmenso bosque y perdiéndose a propósito para luego descubrir nuevos caminos e iluminarlos con el brillo de sus ojos. ¿Ojos? ¿Cuáles ojos? Se dio cuenta de que no los había visto.
Quiso acercarse lentamente, para ir abrazando la figura con su mente, alcanzarla y conquistarla de un solo zarpazo.
Pero al acercarse tan lentamente, notó que la mujer iba alzando sus brazos, cada vez más altos. Medio hincaba sus rodillas saltando lentamente, moviendo sin querer su sombra, el reflejo de la luz infinita. Ella saltó, y el hombre sin creerlo fue corriendo por no dejarla, pero era demasiado tarde. La figura fue cayendo tan lentamente como el olvido, ondeando victoriosamente al aire el sedoso cabello que hacía parte de su hermosura. Y mientras iba bajando, sus piernas se transformaron dando paso a una gran cola de pez, que se iba también ondeando al son del cabello, premeditando su caída al reino de Poseidón.
Cuando ella tocó el agua, el mundo se fue desvaneciendo, poco a poco, lentamente como el olvido, lentamente como él en el olvido.

Simón Pedro