jueves, febrero 24, 2011

Poema Ansioso

Muchas veces los sueños se van desvaneciendo ante la imposibilidad de reaccionar. Se viven decolorando paulatina pero rápidamente, sin que se pueda detener el tiempo ni el destino. De pronto parecen volver, pero se trata simplemente de un fantasma mental que demuestra la agonía y la barbarie de un olvido sin cadenas al acecho.

Poema Ansioso

Con qué respeto apareces
Si mis ojos ya se inundan
Mirando la flor púrpura
Que en tu tumba se destiñe.

Con el llanto en plena boca,
Con el rabo entre las piernas
Mi piel se aterra de verme
Entre la indiferencia y la muerte.

Cual caballo desbocado
Sigue rodando el tiempo
Mientras ruego a la nada
Mientras ruego al olvido.

Con qué respeto apareces
Si ya ni siquiera veo
Tu aroma, aquel de siempre
Aquel que el tiempo se ha encargado de matar.

Y entre velos negros grito
Preguntando "por qué" de nuevo
La respuesta es del viento,
Te has esfumado, has desaparecido.

Simón Pedro

miércoles, agosto 26, 2009

Un montón de miedos

Él, muy él mientras la mira en la distancia; él, muy ajeno mientras se mira en el espejo y piensa; él, muy él decidiendo escribirle a ella, muy ella, que sin él saberlo ha decidido esperarlo. Ella, muy ella mientras se deja invitar a mundos inhabitados, a castillos sin sirvientes, a casas sin puertas ni ventanas, a paraísos de piedra y cartón; ella, muy ella mientras lo piensa y se translada cuatrocientos, o cuatro mil, kilómetros para tocarle la punta de la nariz; ella, muy ella cuando por entre las comisuras de los labios, lo siente besarla. Así que él, muy él, toma papel y su bolígrafo y, dispuesto a invitarla a su vida le confiensa sus miedos mientras la tutea, escribiendo:
«¿Y qué pasa si te digo que necesito tu complicidad de las tardes?, ¿que para mantenerme atado a tus vuelos necesito de tus noches y los secretos que me confías después de hacer el amor?, ¿qué pasaría si doy el salto hacia tí de una vez por todas y tú lo aceptas?, ¿qué sería de nosotros si —de todos modos— no lo intentara?
El miedo es mutuo y también el deseo, el deseo de estar juntos, o de simplemente estar. Me llevas a un estado en el que disfruto estar, parece que en este estado habito desde que creaste el universo con tu risa y con él las colonias y los escritores que nos escribieron en todos los libros de la historia. Murguerita, ahora no sé qué pasaría si te digo que necesito de tu complicidad, de tus secretos, de la calidez de tus besos y de tu risa ¡Ah!, y sí que necesito de tu risa. Tu risa que, en resumen, eres tú y tus ganas de seguir a mi lado, eres tú y tus ganas de creerme, tus ganas de creer esto que nos pasa hoy.
No sé cómo decirte tantas cosas y, en parte o a veces, es porque no soy de fiar para tí y por eso hoy me rasco la cabeza y me siento hasta las seis de la mañana escribiéndote y esperándote en la salita de mi casa. Tal vez la vida me de un empujón y logres creerme para que todas estas palabras tengan sentido y para que tu compañía le de una tregua a mi salud y a mis ojeras».
Ella, muy él, lee y relee la carta donde la tutean y le confiensan un montón de miedos. Él, muy ella, se impacienta y el tiempo pasa lento, pero él, muy él, no sabe aprovecharlo de otra manera que pensándola y siendo feliz por los dos. Ellos, muy ellos y con sus dudas y con sus deseos de iniciar aventuras, historias y cuentos; ellos, muy ellos, perdiéndose en las letras y en la caricaturezca situación en la que la vida transcurre; ellos, muy ellos sin él, muy ellos sin ella; ellos, muy ellos, jugando a ser felices, mientras el frío les pasa de lado.

Daniel.

martes, septiembre 30, 2008

Falta

¡Falta hacía publicar algo! Luego de tantos días de silencio, he decidido inyectarle algo de vida al sitio... La verdad espero que alguien siga pasando por aquí asi sea por equivocación. Espero que les guste.

Falta

¡Excelente llegada!
Me estabas haciendo falta,
Como cuando nadaba debajo de las hojas.

Sin ti, la verdad no sé qué hubiera hecho.
Tantas horas ahogándome en ésta agorafobia,
Exhausto entre tantos moribundos…

Entre el paso del tiempo siempre
Te recordaba en aquel diamante escarlata
Que siempre nos concedía deseos.

Cogidos de la mano, andábamos las tinieblas
Y nos sentábamos frente a frente para fumar las horas,
Mirar el paraíso y ver pasar cohetes.

Ahora, bien podremos volver a nuestras andanzas,
Tan exquisitas como amargas,
Tan amargas como soñadas…

Definitivamente,
Me estabas haciendo falta,
Querida Soledad.

Simón Pedro

sábado, agosto 25, 2007

La Mona

Bueno, tiempo que no escribo aquí; pero como es menester, voy a poner mi último texto, es una especie de crónica póstuma en honor a una grande que nadie conoció. Digo esto para pedirles perdón a los que esperaban un poema o un poeta... aquí sólo hay una crónica y un músico.

Corría el año de 1995, aunque ese año realmente no corrió. Colombia atravesaba el cambio presidencial entre César Gaviria y Ernesto “El Elefante” Samper. Mi familia fue víctima del desempleo y de las no-oportunidades que brindó – brinda y brindará – el estado Colombiano. Mi familia, como otras familias, tuvo que buscar recursos en otras partes y correr hacia cualquier parte de Colombia –si es posible– o del mundo para conseguir empleo. Es preciso decir que mi mamá es Docente y mi papá es Médico, ambos de la Universidad de Antioquia. Si bien nunca corrió, caminaba lerdamente el año 95’ cuando recibimos la llamada desde Casanare que nos daba la respuesta aprobatoria al sinnúmero de curriculum vitae et studiorum enviados por toda Colombia. Días después nos encontrábamos camino a la Terminal de transportes de Medellín, luego de haber dejado en un garaje alquilado todas nuestras pertenencias en cajas cafés y blancas. Allí en la Terminal, le decíamos un hasta luego a Nuestra Señora de la Candelaria que, como el resto del país, no tenía respuestas laborales serias y dignas a los ciudadanos honrados; también, como el resto del país, sólo tenía negocios ilegales o sangre y muerte o todo junto.

Recuerdo que por esos días las carreteras de acceso a Casanare eran dos, la más corta se tomaba treinta y seis horas, sin escala, en Rápido Ochoa, que por cierto: de rápido no tenía sino el nombre. Decirles que Yopal se veía horrible y solitario a causa del largo viaje no sería exagerar; sería mentir. La capital Casanareña estaba hermosa esa tarde, los hotelitos, los últimos rayitos de sol cayendo sobre los tejados, sobre la carnita encima del fogón, sobre los capachos, las alpargatas y el parqué. Yopal enteramente hermosa y solita para mí. Hubiera deseado tener una cámara para mostrarles los recuerdos que de todos modos me llevo para mí solito, como esas palomas que volaban trabajosas escapando de dos niños o como la señora que pedía limosna sin pedirla. Todo era hermoso.

Esa misma noche, nos embarcamos rumbo a Támara, donde Arcadio Benítez nos estaba esperando. Recuerdo que por teléfono no se podía hablar mucho, sin embargo Arcadio le dijo estas palabras tranquilizadoras a mi mamá: “¿Porqué tienen miedo? Ustedes allá viven rodeados de peores cosas, sicariato, guerrilla, paramilitares, delincuencia común y mafia; nosotros aquí sólo tenemos la guerrilla”. Así fue, llegamos en medio de un enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército nacional, llegamos entre bombas y olor a sangre, llegamos para que mi papá tuviera que trabajar esa misma madrugada para subsanar las heridas violentas que las soluciones políticas dejaron en la tez de nuestros soldaditos de hierro.

Cada día mi padre se levantaba para seguir enmendando los errores que los gobernantes no eran capaces, cada día mi mamá se levantaba para llevarme a la escuela y yo me levantaba para perseguir iguanas y admirarme por el comportamiento de las vaquitas, que eran “hermosísimas mamá”. Treinta días que admiré las iguanitas, los ratoncitos y hasta los guerrilleritos, que de seis o siete añitos ya sabían que tenían que pagar su cuota familiar subversiva. Treinta días, ni más, ni menos, para irnos de Támara, el primer pueblo donde viví en los llanos. Por cosas del destino y de la seccional de salud de Casanare trasladaron a mi papá, y a nosotros con él, para Pore, un pueblo a cuatro horas de Támara por carretera destapada. Allí las cosas eran más sencillas, vivíamos en la casa rural, cerca del centro de salud, cerca del olor a quirófano y a hamaca, cerca del olor a mandarina, cerca al olor de cuadernito amarillo; pero lejos de la escuela. Creo que en ese año aprendí más del viaje que de la academia, conocí cuatro escuelas; siempre me adapté.
En la casa rural del centro de salud de Pore también vivía una Odontóloga, cuyo nombre no recuerdo, y la Mona. La Mona era una auxiliar de odontología sin estudios ni títulos, era la cuota cobrada de la guerrilla al gobierno para tener infiltrados en cualquier cosa infiltrable: La Mona era guerrillera.

Cuando hablo de la Mona es inevitable recordar a las Diosas del Vallenato, a “ay hombe”, a “qué niño más bonito, tiene que aprender a bailar para poder conquistar” y a tantos recuerdos que trataré de contar para quitarme este nudo de la garganta. La Mona era hija de un guerrillero campesino, que se metió a la guerrilla por obligación, porque las casas campesinas tiene que dar su cuota de algún modo y como en el campo no hay dinero, entonces la cuota se resume en dar un miembro de la familia a algún frente para poder acabar con el imperialismo y con la raza burguesa. La Mona entró a la guerrilla porque su padre murió y a ella no le quedó más que asumir el cupo. Me la imagino en una fila, vestida de camuflado, con la mirada tierna que siempre tuvo y me da un miedo terrible. Me la imagino así y me acuerdo que un día le contaba a mi mamá, mientras me acariciaba la cabeza, que odiaba el camuflado y que le encantaría ponerse medias veladas como hacen por allá en la capital paisa. Su sueño no era acabar con el imperialismo de ningún modo, ni llevar una bandera llena de sangre pero limpia de corrupción; su sueño era vestirse de medias veladas, de falditas cortitas, de labial rojo y pestañita Revlon, su sueño era que las llamadas que recibiera no fueran para informar sino para sentirse amada, para soñar que algún día todo cambiaría y de repente ser feliz con su amor eterno; su sueño era ser mujer.

El centro de salud era chico, pero yo siempre lo vi grande porque mis piecitos no andaban lo mismo que los de mis padres, tarde me di cuenta de que por más que corriera para alcanzarlos nunca lo haría, pues ellos ya habían caminado mucho más y por otros caminos. Era un centro de salud como cualquiera, tenía su cuarto de odontología, su consultorio y su sala de urgencias. Después de la sala de urgencias estaba el cuarto de la Mona, al frente del cuarto estaba la planta, por si cortaban la luz o algún atentado hacían al pueblo en medio de una cirugía. Después de la planta había un senderito rústico, hecho con baldosas de cemento, que llevaba a la casa rural. Si caminabas por el senderito era mejor que no miraras para los lados pues te podría comer una culebra o saltar un sapo y vaya la alegría que te daría, bueno, eso pensaba yo. Entre la casa rural y el centro de salud estaba el quiosco – todo esto, encerrado entre paredes de ladrillo, como si afuera hubiese peligro de algún tipo –. En ese quiosco empezaron los problemas, pero no fue culpa del quisco sino de la intolerancia; mi padre se había acabado de graduar como médico de la Universidad de Antioquia, institución en la que le enseñaron a moldearse y a tener un estricto orden de las treinta y tres maneras correctas de llevar la bata y los artículos cincuenta y dos y cincuenta y tres raya uno para manejar bien un hospital. Él los aprendió con facilidad. Aprendió con facilidad, también, que en un hospital por las noches no se puede incurrir en el alcohol, que no sea antiséptico, o en la juerga. Así es que tras el fallido intento de llamarle la atención a los trabajadores del centro de salud por sus reuniones nocturnas en el quisco, procedió a escribirle a la seccional de salud de Casanare – pues él ya era el director del centro de salud y olvidó que el esparcimiento y el ocio hacen parte de una vida sana –. En la carta informaba de los conflictos que había tenido con su cuerpo de salud y pedía el traslado de todos, menos de la mona, porque ella estaba cuidada ahí, en su mismo pueblo por su misma guerrilla a la cual ella nunca quiso entrar. Ella nunca quiso entrar en la guerrilla pero la obligaron, nunca quiso entrar de auxiliar de odontología, pero la obligaron, mucho menos se quiso ir del hospital; pero también la obligaron.

Lo único que recuerdo es que me fui sin despedirme de los amigos de la escuela, con los que jugaba trompo y canicas, ya me estaba volviendo bastante bueno en esto. Me despertaron las luces de una ambulancia, pensé que era un herido de combate o una embarazada, esta última idea se me borró de inmediato, pues la sangre de balas es más importante que la sangre de vida. “Nos vamos rápido doctor que nos pueden coger”. Alguien había anunciado a mi papá, yo nunca supe porqué teníamos que irnos de esa maravillosa tierra de mandarinas y novillos. Simplemente a alguien no le gustó que mi papá impusiera el orden como se lo enseñaron en su universidad, enseñanza que casi nos mata a los tres. Dentro de la ambulancia mi mamá me explicaba que nos teníamos que devolver para Medellín porque mi abuelita nos hacía falta y nosotros a ella, yo le creí; ahora que lo miro, mi mamá nunca dejó de protegerme.

Una semana después de estar medio-ubicados en Medellín, un rato aquí y otro rato allá mientras se conseguía trabajo, llamaron a mi mamá para decirle que a la Mona la habían matado. Yo lo supe media hora después cuando la vi llorando; también lloré. Todavía lloro a ratos, es un muerto más que no se me olvida, como Garzón o mi abuelita Marina, personajes grandísimos que hicieron de mi vida algo mejor. Así funciona el país: La Mona fue trasladada para un pueblo en el que la guerrilla no controlaba la zona, los paramilitares sí lo hacían, ellos mismos le dieron muerte a sangre fría, por guerrillera, por torcida y por Mona. Ellos mismos nos quitaron a la Mona, la misma que me enseñó a bailar vallenatos que nunca me aprendí, la misma que se veía hermosa y se imaginaba casándose de blanco. Ellos nos arrebataron a la Mona por la cruel realidad que el gobierno les impuso. Todo es una cadena. El hombre se come al hombre leí un día, desde ese día entendí que en este país lo que menos valen son los sueños.
Ya han pasado más de diez años y el asesino de la Mona ya está muerto, seguramente su asesino también lo estará y tantos otros que lo mataron a él y al que lo mató a él, hasta completar la cadena que nos despierta con un guerrillero, un paramilitar o un soldado muerto. Pasaron diez años y la Mona sigue bailando, bailando el son de los disparos entre las hojas de plátano, sigue bailando entre culebras y sapos a sus veintidós años. Sigue bailando vestida de diosa, de la mujer diosa que siempre fue. La Mona cumplió sus sueños, en la libertad absoluta de su ataúd, iba vestida de medias veladas, de faldita y de pestañina Revlon. Adiós Mona. Adiós.

Daniel.

viernes, julio 13, 2007

Lluvia De Ángeles Muertos

¡Vaya vaya! Tanta oscuridad me recuerda a mi. Tanta oscuridad me recuerda la vida misma, porque tal vez de eso se trata. De discernir y poder llegar a un acuerdo con el lado oscuro de la vida. Poder tomarlo como parte de uno, sin negarlo, pero tampoco aceptándolo totalmente. Personalmente, pienso que es un gran escrito que muestra una pesada pero verdadera realidad. Son icreíbles palabras para describir algo que no se sabe, pero que se siente y se palpa como un cáncer imaginario. Gracias David. Gracias por compartir con nosotros esa frialdad que conmueve y que nos hace reflexionar.
Por favor lean y comenten. Gracias.

LLUVIA DE ÁNGELES MUERTOS

Después de la furia de Dios
Habrá una lluvia de ángeles muertos
De alas rotas y fragmentos de corazones

Después de la furia de Dios
Habrá lágrimas de sangre
Y una niebla gris cubrirá la tierra
No habrá lugares cálidos
Pero si rostros pálidos

Caerán sus ángeles muertos del cielo
Y nadie podrá mirarlos a los ojos
Pues en ellos podrán ver al demonio

El príncipe feliz será de nuevo gris
Y los corazones quebrados del gigante egoísta
Y del feo enano no podrán ya ser reparados

El viento arrastrará consigo todas las
Plumas de una leal golondrina muerta de frío
Y no habrá árbol con hojas ni jardín con rosas

No habrá recién nacidos desnudos
y todos los cantores serán mudos
no habrá felicidad eterna ni tristeza corta
sólo ángeles caídos
y hombres perdidos

Y la tierra que ya fue un cementerio
De hombres lo será ahora de nombres
Y doscientos mil ángeles muertos
Rodeados de cuervos tendrán
Trajes negros y lenguas de fuego
Que cuando Satán ordene
Comenzará un nuevo juego.

David Alejandro Pineda Vargas

Soy

Menos mal existe gente que comparte y siente tal y como uno. Y es que muchas personas piensan que un oxímoron es una cancelación o algo por el estílo, pero de eso no se trata... Se trata de ver más allá de sus narices y comprender lo que nadie quiere. Lo que algunos encuentran pero no asimilan, o no quieren asimilar. Los invito a que mediten sobre éste poema, de un gran Poeta que me escribió y me pidió el favor de publicar sus palabras, tan valiosas. Espero que les guste como a mi. Por favor comenten. Gracias.

SOY...

Soy mezcla de todo
pero casi no soy nada
Soy un poco absurdo
y dueño de la razón dada

Soy el orden
al centro del caos
Soy un desaparecido
que se encuentra en todos lados

Soy la perfección
de lo imperfecto
Soy en el fondo izquierda
y siempre ando recto

Soy Dios
y soy demonio
a todos amo
y a todos odio

Soy tan real como quien mata
pero siempre ando contradictorio
Soy tan leal como una rata
y vivo en un tiempo para mi ilusorio

Critico todo cuanto puedo
me equivoco y no repruebo
acepto todo y ya no puedo
decirte simplemente que no quiero

soy celoso
y comprensivo
dubitativo
y decisivo

Podría amarte tanto
para matarte
que no sería fácil
ya sólo odiarte

Me encanta la verdad
cuando se miente
deseo que haya vida
y que exista muerte.

David Alejandro Pineda Vargas

martes, junio 19, 2007

Has Venido

Después de tantas tardes sin recibir absolutamente nada de parte de mi subconsciente, ni de mi consciente, ni de mi mente, he decidido hacer una huelga y volver con un cierto cadaver exquisito que tenga tal vez ciertos sentidos ocultos, y me haga recuperar ciertos aspectos de la escritura que, ciertamente, no quiero dejar atrás por culpa de ciertas ocupaciones que casi no tienen que ver con éste arte. Espero que lo disfruten y comenten con certeza, aunque, muy a pesar mío, no haya vuelto por éstos lares.

Has Venido

Viento que va y viene,
Sin importar mis sienes,
Sin importar mi voz.

Me tocas y me miras,
Me matas y me callas.
Tu mente a veces me desvela y me incendia.

Te tomo entre todo
Pero también te dejo en un rincón,
Donde tal vez sea un bienvenido más.
No juego contigo pero sin ti,
Macabro me siento, porque estoy cansado.
Cansado de tanto virar en la espiral de éstas cenizas
Que han causado estragos en tantos países de mi cuerpo.

He ahí las santas leyes que cabalgan,
Insinuando obligaciones y compromisos.
¿Cuántas multas te he de pagar entonces?
Las pagaré todas con mis rayos oculares,
Quedaré más que endeudado, muerto por la palabra,
Condenado a la vida taciturna de siempre.

Taciturna sin ti, eso sí,
Calmada sin ti, perfecta de nuevo sin ti…
Tan perfecta que me revuelve todo
Me revuelve el deseo, me revuelve el amor,
Y me hace expulsarlos de mis oídos
Y convertirlos en imágenes reales planetarias.

Y si ante tantas almas
Te dignaste a aparecer,
Te digo, me retienes, me sostienes,
Y dentro de mucho me dejarás ir
Como un duende demente
Al encuentro
De un suicidio.


Simón Pedro

martes, febrero 27, 2007

Con sabor a Boston IV

Esto es para la niña que ha querido robarme todas las sonrisas, todos los te quiero, todo el amor, todo mi ser, todo... Hoy es para ella, el ayer no existe, ni el mañana tampoco; por eso somos eternos. Para tí, Susana.


Con sabor a Boston IV

Hoy no salí, mi alma se carcomió un poco del encierro preciso,
entendí que la extraño cada día más y eso me enamora,
inconsciente me reclamo no decirselo, pero ella lo sabe,
ella sabe todo, lo lee en mis ojos, en mis manos, en mi piel.

Yo soy como un libro viejo, me considero tan sublime,
pero a la larga tienen que leerme con cuidado,
mis hojas están viejas y frágiles, historias olvidadas,
llenas de mugre, de desaliento, de licor, de vejez...

Ella es una buena lectora, al menos una muy cuidadosa
intenta no arrancarme las hojas al leerme,
no quebrarme la solapa al abrirme, no quemarme en el olvido...

Cada día me enamoro de eso, de su ternura, de su locura,
de su afán por devolverme la timidez que nunca tuve,
de su necesidad de abrazarme y abrazarse eternamente.

Hoy no salí, quise entender -con éxito- que es ella
la que hoy me hace sonreír, la que quiero hacer feliz
con cada recuerdo que le creo e imagina a diario,
la que quiero hacer feliz siendo yo y nada más que eso.

Y entendí que es ella la que me hace llorar, gritar,
componer, soñar, vibrar, reír a carcajadas, vivir...
Ella me hace ser libre con su esencia.


Daniel.

martes, febrero 13, 2007

¿Parece un Diario?

Hace rato no escribía nada, hace tiempo no me sentía ni bien, ni mal, ni triste, ni agónico, ni muerto siquiera... Vamos a ver si el silencio de mi alma se atreve a permanecer un tiempo más... ¡Vamos a celebrar el día de no cumpleaños!

12/02/07

- ¿Cómo le explico a mi vida que el enamoramiento debe ser mutuo?
- No se puede, no se quiere poder.


En esta noche me gustaría volar hasta tu alma
y preguntarte qué sientes por mí
terminar esta agonía que, si bien
no me mata, me hace más fuerte...

Aunque de cierta manera lo puedo hacer,
ahora, mientras cierros mis ojos te veo,
sé que duermes, sueñas conmigo; no lo aceptas.
¿Te preguntas lo mismo?

Debería saber a ciencia cierta si lloro
o si le pongo alas a este sentimiento que nace;
tal vez haga las dos, como siempre.
Saber llorar es algo que no se aprende.

Escribir con lágrimas te nubla la vista,
todo se parece a nada, a todo, a tí,
esto parece el diario que nunca tuve
y tú pareces la razón absoluta de él.

Daniel

viernes, enero 26, 2007

En los rines

Lo hecho está hecho, lo que sucumbió ahora ni lo recuerdo y lo nuevo bienvenido sea. Este texto es de hoy, quise sólo compartirlo acá.

En los rines andamos, pensamos que vamos,
con nuestras decisiones autónomas
recorremos rieles, creyéndo
no es más que un chillido constante,
un ir y venir de la imaginación en silencio
aturdiendo los recuerdos que aún se aferran

Cada vez guío el vagón por carriles más extraños
y me sorprendo mirándo parejas hacer el amor,
dejándose donde pueden, donde no pueden,
entregándose como si la vida caducara mañana
No los culpo, así estoy tiempos intermitentes,
pero de eso no puede quedarse nada adentro,
tal vez sólo queda el terco placer de poner
este punto final donde me venga en gana.
- y no alargarlo hasta que se me acaben las palabras
y rebusque una manera de decir: te amo -

miércoles, enero 10, 2007

Hoy estoy feliz

Hoy amanecí bien, no sé porqué... amo este estado, hace rato lo vengo intuyendo y ya comprendí que estaré así por mucho tiempo...

Te lo digo porque ya lo sabes o lo intuyes
y si no lo sabes es mejor que dejes de leer
para ya; por más que leas no comprenderás
no sabrás que el aire hoy está mucho más claro,
que cada día que pasa se clava en la espalda
y que por mucho caminar no cambiaremos de lugar.
Tampoco sabrás que ser feliz es una decisión a largo plazo
No vale la pena saberlo, el secreto es simple,
tan simple como ella, como él, como yo

Hoy, en la mañana, salí a caminar por mi ciudad,
no quise cambiar de lugar, sólo pretendí entender
¿porqué camino?¿cómo escribo?¿qué, quién, dónde?
Las respuestas no fueron muchas, no fueron claras,
tuve la fortuna de sentarme en un parque y ahí estaba ella,
compartimos soledades y se marchó, algo entendí

Ser feliz no significa tener compañía, es algo más,
hoy soy feliz, estoy solo y no cambio de lugar
me atengo a las consecuencias de quedarme parado donde todo acabó
ya barrí mi casa, quemé los recuerdos y estoy mucho mejor
no es ella, soy yo... siempre fui yo, no es egoísmo

Mañana quiero caminar sin cambiar de lugar,
ir al parque, esperar que nada cambie
para ver su sonrisa y enamorarme...
Sólo imaginándolo la logro ver, ese brillo, esa luz
tal vez estoy loco, sólo un poco,
estoy loco porque hoy soy feliz


Daniel

sábado, diciembre 16, 2006

A media tarde

me gusta sentarme en las bancas de los parques, contemplar a la gente que pasa y que siempre pasa de prisa, sin tiempo para mirarse, sentirse o pensar. Es raro notar cómo en cada persona encuentro tu cara y se me hace fácil entender el porqué vas con prisa: no olvidas mis besos y le huyes descaradamente a mi mirada perdida.

Es triste pensar que hoy no tengo tiempo para tí, ni para nadie; que mientras escribo estoy accediendo a las miradas de los que no comprenden nada. Definitivamente tendría que empezar a odiarte y a regalarte en cada esquina para poder sanarme, tendría que sacudirme de mis costumbres y mis lugares para al final morirme en otro ser -que casualmente se parecerá mucho a tí-.

Inútilmente me repito que ya te olvidé y ayer me sorprendí marcando tu número en un teléfono de fantasía; aunque algo cambió ayer, tuve un sueño. Eramos los dos, amándonos, dejándonos; cuando en un instante ya no existía para tí, lloré, sufrí y al final me suicidé. No lo quise soportar, no otra vez.
Desperté agoviado, triste y cansado... cansado de tí debe ser; esta ausencia me cambió.

Ahora sé que tú no eres tú y yo no seré el mismo sin tí; que cuando te dije que me moría de amor era cierto... Ahora sólo espero una emperatriz vudú para que me haga su muerto viviente.

Daniel.

sábado, octubre 14, 2006

Vida

Éste es uno de mis primeros poemas, donde, educado por el gran Baudelaire, aprendí cómo se debe tratar la realidad. Espero que les guste.

Vida

Siéntate en las hojas
Y escucha…
Mira el café profundo de mi alma,
Siente el camino frío de la vida.
Prueba.
Prueba el sabor amargo de las rosas,
De los ecos infinitos
Inauditos
Malditos…
Vuela y reconoce olas
Negras devorando la tierra.
Huele.
Huele para ver huesos helados
En tus ojos,
Huele para ver llamas ardientes
Con enojo
Huele para ver el mundo vestido
De rojo
Palpa y quémate con gritos,
Gritos vacíos inundados de dolor.

Simón Pedro

lunes, septiembre 18, 2006

Colaboración

He aquí una colaboración de un nuevo amigo, espero que la disfruten:


ESQUELA DE NOVIEMBRE

Bajé del taxi que mas bien parecía una reliquia de antigüedad, solo faltaba un par de cuadras. El vuelo no había sido nada agradable, aun no estoy seguro si los tragos fueron para aguantar los terribles espasmos de aquella ave metálica, o para contrarrestar el dolor que se hacia más intenso conforme la ciudad iba recobrando salvajemente su tamaño. La furia fue aun mas febril al momento en que nos internábamos en las profundidades de aquel frío bosque de concreto.

Pérfida era la lluvia que sin piedad dejaba sobre mí su aliento de indiferencia, una enemiga más. Pero qué podía hacer yo contra aquel poder. Qué podía hacer yo contra el destino, que una ves que te marca, solo queda actuar. La luna tímidamente me miraba a través del reflejo de los espejos, que se habían formado en mi camino, como queriendo sosegar mis intenciones. El maullido de los gatos resonaba en mi cabeza, tal si fuera llanto de violines de alguna pieza musical austral.

Era un gigante de cinco pisos, maltratado por los años, donde yo había conocido la dicha y donde en unas pocas horas no solo perdería eso, sino también la mitad de mi vida. Subí por las escaleras acompañado por las sombras de aquellos fatuos pensamientos. Entre al apartamento que dejaba ver un decorado vanguardista casi minimalista, el lugar estaba impregnado de un aroma de mujer. “La mas señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras” -como diría un sabio español- Pude ver una silueta por la puerta entre-abierta del cuarto de baño y deje sonar las llaves en la mesa de cristal, pretendiendo ser alguien más.

–llegas temprano- resonó a distancia, una sensual voz femenina.

Colgué mi abrigo en el perchero y me senté el sofá, meditando cual seria la siguiente jugada para el Jake Mate. Coloqué un disco en el reproductor, era el primer volumen de Corcobado y sus boleros enfermos de amor. En poco rato salió, de la ducha, aquella figura de diosa y yo solo vi pasar su aroma. Me perdí por momentos entre círculos de sol, pero el track No. 6 me sacudió de súbita manera, para volver a la maldita realidad. Me incorpore de golpe y saque del bolsillo de mi saco, a la que seria la única testigo de aquel trágico día.

Abrí la puerta como queriendo derribarla y ella se sobresaltó, no por el ruido que provoque, sino por la impresión de ver a quien no esperaba -que... que haces aquí- gritó, sintiéndose indignada. –no hay nada que decir, todo esta dicho- le respondí al momento en que lentamente cerraba los ojos. En ese instante sentía que moría y volvía a nacer, me sentí solo, muy solo, confundido; quise salir corriendo de aquel lugar y despertar al día siguiente fingiendo que todo era un estúpido sueño. Pero en este mundo no hay lugar para los sueños ni mucho menos para estúpidos como yo. Abrí los ojos con el mismo sigilo y la vi allí parada, simulando ser una estatua con vestido de noche, seguía muda y cada ves mas pálida. Para mí todo giraba a mil revoluciones y las luces venían a estrellarse ferozmente contra mis ojos, en ocasiones solo alcanza a distinguir su estilizada silueta. Un suspiro se apoderó de mí, estremeciéndome completamente. La primera lagrima cayó de mi mejilla y en ese mismo instante un rugido de plomo ahogo de seco un grito de ¡noooooooo! Y desapareció en su vientre.

Jake Mate. La jugada estaba hecha la Reina había muerto, el problema, que yo era el Rey. Nunca he creído que exista un DIOS, pero desee intensamente poder creer en él, para que me castigase de la peor manera por lo que acababa de hacer, quería que el juez Caronte me condenara al “Cocito” y eternamente hervir en ese río infernal de sangre.

Respire profundamente y más llore desconsoladamente. Me acerque a mi amada y le limpie el rostro, le acomode su elegante vestido, que combinaba con el color del desamor. Le di un beso en sus labios rojos, de un intenso rojo, como su sangre. Saque de mi bolsillo un anillo que coloque en su dedo anular y susurrándole al oído dije -Tal ves a ti se te olvido, pero a mí no. Feliz aniversario-

Son las nueve menos diez, arrinconado por el frió de noviembre, bajo la marquesina del edificio esperando que un taxi se asome por aquí. De pronto aparece un caballero apresurado por llegar a la entrada

-buenas noches- me saluda con una voz autoritaria, y toca el numero de interfon que yo conozco de sobra. Yo solo asiento con la cabeza. Alzo el cuello del abrigo y me dispongo a retirarme caminando. –diviértase amigo, la noche es joven- me incita aquel dandi, ignorando lo que le depara al subir. –yo ya no estoy para eso- le respondo secamente – pero estoy seguro de que usted lo hará- me doy vuelta y me marcho...

Fernando Martinez Cruz

jueves, julio 27, 2006

Cuando te veo

...Igual, como decía simón, ahora todo es a la libre interpretación... Con mucho amor.

Cuando te veo 25/07/06

Cuando te veo vuelvo a estar en otro planeta,
en ese al que iba cuando estaba oscuro,
cuando me metía en mis sueños sin querer regresar.

Sucede que me siento bien al verte,
debe ser por este delirio voyeurista
que no puedo dejar un día sin estar ahí.

Amo verte, mirarte, detenerme a sentirte,
saberte mi amiga, mi niña, mi todo
amo que ocupes todo mi tiempo
y que aún así tengas espacio para ser tuya y toda tú.

Cuando te veo, casi siempre, en mis sueños,
me gusta atrapar tu fragancia en mi voz
y escuchar tu eco en los recovecos de mi vida.

Cuando te veo, casi siempre, en mis sueños,
acaricio tu cuerpo, hasta saberte entera,
hasta tener tu silueta grabada en mi mente.

Cuando te veo, casi siempre, en mis sueños,
trato de dibujar tu perfecta silueta en mi viejo corazón,
para no estar solo nunca más.


Daniel.