A media tarde
me gusta sentarme en las bancas de los parques, contemplar a la gente que pasa y que siempre pasa de prisa, sin tiempo para mirarse, sentirse o pensar. Es raro notar cómo en cada persona encuentro tu cara y se me hace fácil entender el porqué vas con prisa: no olvidas mis besos y le huyes descaradamente a mi mirada perdida.
Es triste pensar que hoy no tengo tiempo para tí, ni para nadie; que mientras escribo estoy accediendo a las miradas de los que no comprenden nada. Definitivamente tendría que empezar a odiarte y a regalarte en cada esquina para poder sanarme, tendría que sacudirme de mis costumbres y mis lugares para al final morirme en otro ser -que casualmente se parecerá mucho a tí-.
Inútilmente me repito que ya te olvidé y ayer me sorprendí marcando tu número en un teléfono de fantasía; aunque algo cambió ayer, tuve un sueño. Eramos los dos, amándonos, dejándonos; cuando en un instante ya no existía para tí, lloré, sufrí y al final me suicidé. No lo quise soportar, no otra vez.
Desperté agoviado, triste y cansado... cansado de tí debe ser; esta ausencia me cambió.
Ahora sé que tú no eres tú y yo no seré el mismo sin tí; que cuando te dije que me moría de amor era cierto... Ahora sólo espero una emperatriz vudú para que me haga su muerto viviente.
Daniel.
Es triste pensar que hoy no tengo tiempo para tí, ni para nadie; que mientras escribo estoy accediendo a las miradas de los que no comprenden nada. Definitivamente tendría que empezar a odiarte y a regalarte en cada esquina para poder sanarme, tendría que sacudirme de mis costumbres y mis lugares para al final morirme en otro ser -que casualmente se parecerá mucho a tí-.
Inútilmente me repito que ya te olvidé y ayer me sorprendí marcando tu número en un teléfono de fantasía; aunque algo cambió ayer, tuve un sueño. Eramos los dos, amándonos, dejándonos; cuando en un instante ya no existía para tí, lloré, sufrí y al final me suicidé. No lo quise soportar, no otra vez.
Desperté agoviado, triste y cansado... cansado de tí debe ser; esta ausencia me cambió.
Ahora sé que tú no eres tú y yo no seré el mismo sin tí; que cuando te dije que me moría de amor era cierto... Ahora sólo espero una emperatriz vudú para que me haga su muerto viviente.
Daniel.